Muchas
veces me he olvidado de mí. Me olvidé de mí. Y ese fue mi principal problema. Niebla.
A donde quisiera que mirara solo veía niebla. Niebla que me hacía incapaz de
ver más allá. Niebla. Una niebla que acabó atrapándome, y que consiguió
humedecer todas mis esperanzas. Cuando llegué a darme cuenta ya era demasiado
tarde, y perdí de vista el camino. Ya no sabía adonde realmente me dirigía. Caí
rendida entre hojas secas y entre llantos me rendí a seguir. Agotada. Agotada
me hallaba y sin saber dónde ir. Entre lamentos, agaché la cabeza, y con esta
entre mis rodillas, mirando mis pies fue cuando me di cuenta que si había
llegado hasta aquí, podría llegar a otro lugar por muy incierto que fuese.
Entre reflexiones, comprendí que la niebla es como el futuro que se encuentra al final de nuestro camino. No importa cuánto nos preocupemos por descubrir qué futuro se haya envuelto. Pues, sino seguimos caminando, a pesar de cuanta niebla nos rodee, nunca sabríamos qué hay más allá.
Niebla. La niebla es la que nos crea obsesión. Obsesión que nos hace precipitarnos al querer saber qué pasará, qué llegaremos a ser o adonde llegaremos. La niebla es la única que es capaz de atraparnos en un futuro incierto que no impide vivir la realidad. Cuando solo nos preocupamos por el futuro no nos damos cuenta que nos olvidamos del presente. Me olvidé del presente, y por esa misma razón, me olvidé de mí. Cuando lo comprendí por una vez por todas, misteriosamente había llegado al final de mi camino.
Entre reflexiones, comprendí que la niebla es como el futuro que se encuentra al final de nuestro camino. No importa cuánto nos preocupemos por descubrir qué futuro se haya envuelto. Pues, sino seguimos caminando, a pesar de cuanta niebla nos rodee, nunca sabríamos qué hay más allá.
Niebla. La niebla es la que nos crea obsesión. Obsesión que nos hace precipitarnos al querer saber qué pasará, qué llegaremos a ser o adonde llegaremos. La niebla es la única que es capaz de atraparnos en un futuro incierto que no impide vivir la realidad. Cuando solo nos preocupamos por el futuro no nos damos cuenta que nos olvidamos del presente. Me olvidé del presente, y por esa misma razón, me olvidé de mí. Cuando lo comprendí por una vez por todas, misteriosamente había llegado al final de mi camino.
Hacer lo que te gusta es libertad; que te guste lo que haces es felicidad.